Lo
más importante del influjo del espíritu olímpico sobre la sociedad debe
ser la difusión de la bondad del deporte como forma de desarrollo de un
buen paquete de virtudes humanas. Inculcar ese espíritu en la sociedad
está mucho más relacionado con la idea de participación que de la de
victoria.
La noción del espíritu olímpico corre pareja en los últimos años al
juego limpio. La plaga del doping en el deporte profesional por los
enormes intereses que se ponen en juego ha contagiado el deporte
olímpico cuando éste ha optado por el espectáculo y el negocio.
El
deporte no es un fin en la vida sino un medio para favorecer el
bienestar de la persona en la dura tarea de realizar sus objetivos.